Historia

Historia de la Casa Sede.

En el discurso del primer aniversario de la Asociación de Bibliotecarios Mexicanos en mayo de 1925, don Francisco Monterde dijo…” ¿Contará, en breve, la Agrupación de Bibliotecarios Mexicanos con una biblioteca propia, en la que se hallen reunidos, por lo menos, las obras indispensables para el aprendizaje y el perfeccionamiento de los mismos bibliotecarios?.

Podemos esperarlo así de quienes dotan hoy a las escuelas y a las fábricas, a los cuarteles y las rancherías, de obras que mejoren la condición material de la vida, en la ciudad y en los pueblos.
Podemos esperarlo, sobre todo, como consecuencia de la reanudación de los estudios en la Escuela de Bibliotecarios. Una biblioteca nutrida de obras especiales coronará ese esfuerzo merecedor de aplausos…

Para todo ello, el escollo capital ha sido, y será todavía por algún tiempo, el carecer de un local propio. Es menester que nuestra agrupación tenga, como otras asociaciones análogas, un domicilio social. Yo adivino, en el porvenir, la oficina inicial transformándose y creciendo, hasta alcanzar las proporciones de un edificio adecuado y confortable. Y quisiera que ese edificio fuese alto, como nuestras aspiraciones, gallardo, severo, y que en su asta ondeara, como una lección de energía, como una afirmación de triunfo, como un estímulo de mayores empresas, el lema simbólico de la Asociación de Bibliotecarios Mexicanos: ¡Sursum! ¡Arriba!”. (24).

Este deseo de Monterde tardó 62 años en hacerse realidad pues fue hasta 1987 cuando la AMBAC que ahora agrupa a los bibliotecarios adquirió la “oficina inicial”.

Después de 1925, la primera vez que se menciona la necesidad de que la Asociación cuente con un local y una secretaria ejecutiva al menos de medio tiempo, fue en el informe de Adolfo Rodríguez presentado en 1983. En cuanto a la secretaria, Elvia Barberena y Guadalupe Carrión durante su gestión sugirieron la conveniencia de contar con ayuda secretarial “para asegurar una mayor fluidez en las comunicaciones internas y externas”. La primera secretaria de tiempo parcial contratada por Roberto Gordillo a partir de 1988, ha sido María Eugenia España.

Teniendo en cuenta que, de acuerdo con el Estatuto, la Ciudad de México es la sede de la AMBAC.

Durante las XVII Jornadas celebradas en Puebla, la Mesa Directiva y el Consejo Técnico propusieron la adquisición de un local, esto es invertir parte del patrimonio de la AMBAC en comprar una propiedad; propuesta que fue aprobada por los socios presentes. En la Asamblea de las XVIII Jornadas se informó sobre las actividades realizadas para adquirir el bien inmueble que serviría de sede a la Asociación y nuevamente la idea fue aprobada por los socios presentes. En marzo de 1987 se compró el departamento ubicado en Angel Urraza 817-A, Col. del Valle, la operación fue realizada por la Mesa Directiva formada por Rosa María Fernández de Zamora, Roberto A. Gordillo, Rosalba Cruz Ramos, Alejandro Añorve, Nahúm Pérez Paz y José Luis Sapién quienes firmaron las escrituras ante el Notario No. 60. su costo fue de $ 12’800,000.00 pesos. Cuenta con mobiliario propio y con teléfono: 575-1 I -35, mismo que es usado para el fax que ya posee. Cuenta también con una computadora. Durante la gestión de Surya Peniche la sede fue renovada.

La carencia de una sede propia ha tenido serias consecuencias para la Asociación, entre otras la pérdida de una parte de sus archivos que hasta 1987 pasaban de las oficinas del presidente en turno a las del siguiente y así durante 33 años; por esto estas notas históricas tienen lagunas porque no fue posible conseguir todos los documentos necesarios. Por ejemplo, prácticamente no hay información sobre los primeros años de la Asociación. Otra es que la AMBAC no tiene la biblioteca que podría haber formado con las donaciones recibidas a lo largo de su vida y que por carencia de local tuvo que donarlas a la ENBA o al CUIB. Esta biblioteca hubiera podido enriquecerse mediante el canje de las publicaciones de la Asociación para lo cual era necesaria también una secretaria. También es de lamentar la ausencia de un archivo fotográfico; esto estaba contemplado en el Reglamento de 1954/57 como función del secretario: “Mantener un álbum de fotografías y recortes relacionados con la Asociación”.

La Asociación tiene ya su sede, es pequeña y tiene que crecer para satisfacer las necesidades propias de la agrupación: celebración de las juntas de la Mesa Directiva, el Consejo Técnico y las Comisiones; realización de seminarios, debida ubicación del archivo y de las publicaciones, etc, en Ángel Urraza 1817-A Col. Del Valle.